Vivimos en una época en la que las mascarillas se han convertido en un accesorio imprescindible. La actual obligatoriedad de este elemento supone nuevos retos para ciertas personas. Hay quienes, para comunicarse, necesitan ver la expresión facial del otro y poder leerle los labios. En España hay más de un millón de personas que tienen dificultades en el sentido del oído; por lo tanto, hay más de un millón de casos en los que las mascarillas convencionales suponen un problema añadido en esta época de pandemia.
Los sordos cuentan con una barrera sensorial y la imposibilidad de la lectura labial les dificulta aún más la comunicación y genera un sentimiento de frustración. Conscientes de ello, en la localidad gallega de Nigrán, hace escasos días nació la iniciativa “Yo me pongo a coser”.