
Lo primero que debemos hacer es fijarnos un horario como rutina, ni acostarnos a las mil ni levantarnos a la hora de comer. Administrémonos las horas para poder hacer cosas diferentes. Date una ducha y cuelga el pijama. No hace falta que te arregles como si fueses a ir a una fiesta, pero el mero hecho de cambiarte de ropa te animará y te ayudará a sentirte más productivo. Péinate, hidrátate el cuerpo; debes verte bien.
Aprovecha para ir adelantando la operación bikini. Hay miles de ejercicios que puedes hacer en casa y cada vez más gente publica en las redes sociales sus rutinas. Si esto no va contigo, tienes otras opciones como clases virtuales de zumba o aprenderte esa coreografía que veías imposible. Márcate retos.
Descansa leyendo ese libro lleno de polvo que dijiste que algún día abrirías, termina la temporada de esa serie que tanto te ha enganchado o dale una oportunidad a la película que tantas veces te han recomendado. El entretenimiento fácil puede ser un gran amigo en estos tiempos. También puedes ampliar horizontes y darte un paseo virtual por esos museos a los que alguna vez prometiste dedicarles parte de tu tiempo.
Refresca los consejos de Marie Kondo y dale un buen repaso a la casa para dejarla como los chorros del oro. Aprovecha para hacer un cambio de armario porque, cuando salgamos de esta, el sol brillará más que nunca.
Saca tu lado más creativo. Continúa pintando como solías hacer antes, rescata el instrumento y trata de hacer música de nuevo (eso sí, respeta a tus vecinos, que no tienen opción de huir). Prueba con las manualidades de decoración o relájate con la papiroflexia. Escribe un cuento, un poema, la novela que dejaste a medias. Por escribir, puedes escribir hasta un diario. No es cosa de niños. De esta forma podrás mostrar en unos años a quien no vivió esta pandemia todo lo que está sucediendo y cómo fuiste capaz de no hundirte en tu propia casa.
Rescata el inglés, prueba con el alemán, inténtalo con el francés, dale una oportunidad al italiano. Hay muchos cursos online, nunca dejes de aprender. Saca los cacharros de la cocina y reinvéntate. Deja los macarrones con tomate para cuando no tengas tiempo y prueba con nuevas recetas.

No te olvides tampoco de tus familiares y amigos. Llámales, abre el Skype. Todo el mundo puede sacar ahora un ratito para charlar y todo el mundo agradece una voz conocida.
Y a las ocho de la tarde, deja que vibre tu corazón. Sal a la ventana. Aplaude. Sonríe y llora de emoción. Agradece a todos aquellos que, desde fuera de sus casas, hacen todo lo posible para que tú y los tuyos estéis bien. Canta con tus vecinos, con esos que ni siquiera sabes cómo se llaman pero que están ahí, contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario