Cuando era pequeña mi abuelo me contaba las historias de su padre, pero yo no iba más allá de que era un hombre que trabajaba en el mundo del cine y viajaba mucho. Fue al comenzar los estudios universitarios cuando mi interés acerca de la vida artística de mi bisabuelo se despertó de verdad.
Sin duda, fue el reto que me propuso entre sonrisas mi abuelo para que aprovechase cuanto aprendiese en Periodismo y Comunicación Audiovisual elaborando un documental sobre su figura lo que más me motivó. "Pero la palabra ‘documental’ no atrae a los jóvenes”, pensé. “La historia de mi bisabuelo no será tan interesante”. Esto fue lo primero que se me vino a la cabeza. ¡Qué equivocada estaba!
A medida que iba descubriendo la historia del cine me percataba de la importancia de muchos detalles de la vida de mi bisabuelo, situándolo entre algunos de los hitos de la evolución de la cinematografía.
Para concluir los estudios del Grado en Comunicación Audiovisual al fin me atreví con el trabajo que sé que más ilusión podía hacer a mi abuelo, aunque lamentablemente ya no pudiese verlo. Tras muchos meses de investigación, paseos a diferentes bibliotecas y filmotecas, correos aquí y allá, favores, horas y horas disfrutando de películas en las que Buenaventura Ibáñez aparece, y mucho tiempo más tratando de identificarle en otros filmes y fotografías, al fin conseguí reunir el material imprescindible para llevar a cabo un meticuloso documental que recorriese la historia de la cinematografía teniendo como hilo conductor la trayectoria de mi bisabuelo —desde sus inicios en el arte de la pantomima hasta su fallecimiento—, haciendo un fuerte y emotivo hincapié en la crisis que supuso la incorporación del sonido.
La ciudad de Barcelona vio nacer el 18 de febrero de 1876 a Buenaventura Ibáñez, que debutó como mimo en 1891, incorporándose enseguida a la compañía de los Onofri, con quienes actuó en Madrid y algunas plazas de Francia. Pronto regresó a la ciudad catalana, donde formó su propia compañía con sus hermanos y otros afamados mimos —Enrique Adams, J. Rodríguez…—, encarnando a Pierrot hasta 1909.
La crisis del espectáculo de la pantomima tras la Semana Trágica le llevó a trasladarse a Turín, donde se inició en su nueva faceta como actor cinematográfico. Trabajando a las órdenes de directores como los italianos Giovanni Pastrone y Augusto Genina, el estadounidense Henry King, el mexicano Miguel Contreras y el español Luis Buñuel, intervino en más de cincuenta películas, entre las que cabe mencionar títulos tan significativos como Cabiria, L’ultimo lord, Romola, Tigre reale, Embrassez-moi o L'âge d'or.
Su última aparición en la pantalla fue en la versión española de Elle veut faire du cinema, cinta protagonizada por Imperio Argentina y estrenada bajo el título Cinópolis, que será una de las primeras películas sonoras del cine español.
A medida que investigaba para este Trabajo Final de Curso —cuya memoria está a disposición del curioso lector — me percataba de la pobre conservación y escasa difusión del cine mudo español. Sería muy conveniente sumarnos a las políticas europeas para rescatar la memoria de aquellos españoles que ayudaron al desarrollo del primer cine europeo y estadounidense, una senda apenas transitada últimamente por Mar Díaz con su documental The Spanish Dancer (2015) sobre Antonio Moreno. Para lograr esto, resultaría fundamental que desde las universidades y otras instancias —tanto públicas como privadas— se excitase la curiosidad del alumnado y del personal investigador, de los interesados en la historia de nuestro cine y del público en general.
¿Por qué no se difunden en España aquellas películas extranjeras, afortunadamente restauradas, en las que intervinieron intérpretes españoles? ¿Qué impide el diseño de auténticos programas de investigación sobre nuestro patrimonio fílmico más antiguo? ¿Cuándo se afrontará la recuperación de películas como L'ultimo Lord, coprotagonizada por Buenaventura Ibáñez y de la que existen copias fragmentadas en diversas filmotecas del mundo?
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