lunes, 22 de diciembre de 2014

¿Adiós a la 'calderilla'?

Las monedas de uno y dos céntimos podrían estar en peligro de extinción en España, ya que Europa asegura que producirlas tiene un coste mucho mayor que el valor que tienen en circulación.


Debido a su escaso uso y al elevado coste de disponibilidad de estas pequeñas monedas, el Tesoro y el Banco de España se plantean su supresión definitiva.

El coste de producirlas, junto al derivado del transporte de seguridad y manipulación rebasan en casi un 60% su valor facial. Además, un estudio realizado por la Confederación Española de Cajas de Ahorros estima que la utilización por parte de los ciudadanos ha descendido un 24%.

Otro dato es que, según el Centro Español de la Información del Cobre, retirar estas monedas serviría para recuperar mas de 7.000 toneladas de cobre.

El 1 de enero de 2002, nada más lanzar estas monedas, Bélgica mostró disconformidad y en Austria incluso se sublevaron los comerciantes para suprimirlas, al considerar que complicaban las operaciones diarias e incrementaban los errores a la hora de devolver el cambio.

Sin embargo, la razón de la fabricación de estas monedas de tan escaso valor, era evitar un redondeo abusivo y hacer más intuitivo el pago a ciudadanos acostumbrados a manejar monedas de bajo importe.

España no es el único estado que se ha planteado este cambio. Finlandia, Holanda, Irlanda y Bélgica actualmente carecen de las monedas de uno y dos céntimos.

Nuestro país adaptaría la misma solución que ellos. Se trata del 'método sueco', un redondeo para el pago en efectivo con ciertas particularidades. Para las cantidades acabadas en 1, 2, 6 y 7, se redondea hacia abajo, y para las que acaban en 3, 4, 8 y 9, hacia arriba. Por lo tanto, si un producto cuesta 5'52, y se paga en efectivo, habrá que abonarse 5'50. Si por el contrario su precio fuese de 5'57, el importe en caja sería de 5'60.