En El Refugio llevan 23 años ayudando a perros y gatos que han sido maltratados o abandonados. Conocen las historias más tristes que han vivido estos animales. Sin embargo, hace un año presenciaron algo que les conmovió a todos.
Gregorio, triste, nervioso y abrazado a su pequeño Zeus, acudió al centro veterinario de la protectora. Dicen que le temblaba la voz, le brillaban los ojos y no se podía despegar de su mascota. Avisó de que tenía una enfermedad terminal, le quedaba poco tiempo de vida, y no conocía a nadie que pudiese hacerse cargo de su perro mestizo cuando ya no estuviese él para cuidarle. Tenía miedo por él, quería lo mejor para su compañero de vida.
