sábado, 25 de noviembre de 2017

Gran Hermano vuelve a ser protagonista

El reality show no es un formato de televisión reciente. Nació en la época de los setenta con An American Family, un programa de tan sólo una temporada que mostraba la vida de una familia muy variopinta en la que se trataban casos —reales— de homosexualidad o infidelidades.

En España el pistoletazo de salida lo dio Gran Hermano el año 2000, un programa de origen neerlandés cuyo título hace referencia a la novela de George Orwell 1984, una distopía en la que todos los humanos son vigilados, y en cierto modo manipulados, por Big Brother. Combinando elementos de precedentes como The Real World o Expedition Robinson, el concurso se ha emitido en decenas de países, aunque con desigual fortuna. La telerrealidad era ya entonces un formato tan atractivo como preocupante, y así se denunció en El Show de Truman (1998), película en la que el protagonista era inconscientemente el epicentro del programa televisivo de mayor audiencia.

Lo que en un primer momento se vendió con ciertas pretensiones científicas —de experimentación social— fue evolucionando a la llamada del morbo del espectador, facilitando además la aparición de programas aparentemente diferentes como El Bus (Antena 3), Las Joyas de la Corona (Telecinco), La Granja (Antena 3), Supervivientes (Telecinco), Pekín Express (Cuatro/Antena 3), etc. y otras cuyo principal interés no pretendía hacer de la convivencia en sí un espectáculo sino buscar talentos, como Operación Triunfo (TVE/Telecinco), Fama: ¡a bailar! (Cuatro) o Supermodelo (Cuatro). Manuel Villanueva, director de contenidos de Mediaset España definió la telerrealidad en 2014 como
“Un ejemplo de mixtificación, ensambla con el coach, el dating, el talent… Operación Triunfo fue un paradigma de ello, pero hay muchos otros ejemplos: Supervivientes combina la convivencia con la supervivencia; Pekín Express lo hace con la aventura, Mira quién salta es un concurso combinado con convivencia...”.
Como afirma el dicho, todo en exceso es malo. Con el paso del tiempo y el abuso de este tipo de emisiones en televisión el espectador comenzó a rechazarlo, manteniéndose en pie tan sólo un par de ellos. El perfil de los concursantes fue extremándose de tal modo que en ocasiones las intervenciones parecían sobreactuadas y hasta predecibles. “El nivel cultural de los concursantes viene determinado por el tipo de gente que se presenta”, aclaró García Huete, director de psicólogos de Gran Hermano. "Si juntamos a varios participantes que tienen un bajo control de sus impulsos, es más fácil que una persona pueda tener una conducta violenta, nosotros medimos todo esto y calculamos los riesgos. Siempre advertimos de que si entran ciertos perfiles, es bajo su responsabilidad", añade. No obstante, Gran Hermano ha continuado emitiéndose de la mano de Telecinco con sus más y sus menos hasta la actual decimoctava edición. También es cierto que hacía mucho tiempo que, aunque su audiencia se mantuviese fiel, ya no se hablaba continuamente de la casa de Guadalix de la Sierra, ni las tramas de los concursantes llamaban la atención de la prensa.

Hasta ahora. Fue el pasado viernes 3 de noviembre cuando sin previas noticias Telecinco y la productora Zeppelin emitieron el siguiente comunicado:
“La dirección de Gran Hermano ha decidido expulsar del programa a José María por lo que considera una conducta intolerable. Asimismo, ha considerado oportuno que Carlota deje la casa”.
Los fans de la emisión 24h no se habían percatado de nada extraño, y nadie daba ninguna explicación, por lo que se esperaba que en el debate del domingo de esa semana se aclarase la situación; sin embargo, Jordi González, el presentador, tan sólo se limitó a leer la nota de prensa añadiendo que la joven se encontraba en manos de psicólogos y tenía la posibilidad de volver al programa el jueves.

El lunes la dirección del programa acudió a la Guardia Civil de Colmenar Viejo con el fin de poner una denuncia contra José María por un presunto abuso sexual hacia Carlota, su pareja sentimental dentro de la casa. Al parecer, la noche del viernes Carlota se emborrachó hasta la semiinconsciencia y él se intentó aprovechar de ella en la cama ignorando las repetidas órdenes del Súper para llevarla al confesionario. “¡Cómo me iba a llevar a Carlota al confesionario en ese momento…!”, se justificaría más tarde. Además, se filtró un vídeo filmado momentos antes en los que parecen tener una pequeña riña, lo que ha generado múltiples teorías sobre lo ocurrido.


Finalmente la Guardia Civil no investigó el caso puesto que la denuncia debía haber sido formulada por Carlota, quien decidió volver al programa sin mencionar siquiera públicamente el incidente. Transcurridas tan sólo dos semanas en la casa después del incidente, la audiencia de Gran Hermano Revolution expulsó a la andaluza. Esta decisión terminó con unas duras palabras de Jorge Javier: "Cuando entraste pensé que tenías mucha personalidad, mucho empuje, fuerza, pero te has ido quedando en nada a lo largo del concurso. No sé si eres la que ha estado ahí dentro, te ha podido la casa y no te has mostrado como eres. Definiría tu paso por Guadalix como anodino"; de lo que ella se defendió, mientras los abucheos y gritos del público continuaban, asegurando que la casa le había sorprendido “porque ha sacado un lado tierno y dulce que poseo. Creo que todas las personas que están ahí dentro son buenas personas y como nadie me ha hecho nada grave, pues no he hablado”. Su madre, Yolanda, quien también estaba en la gala tampoco pudo contenerse:
"Yo lo que no entiendo es el abucheo. No sé por qué gritáis de esa manera. Es un concurso, no hay que faltar ni gritar ni perder la cabeza. El mundo jamás irá bien con gente así. No es necesario. Hay una cosa que se llama respeto y esto es un concurso, no es un circo romano."
Aunque parezca que el paso de Carlota por televisión haya llegado a su fin, pongo en duda que lo mismo ocurra con la polémica que dejó como huella en esta edición de Gran Hermano. A día de hoy, se desconocen los motivos por los que la cadena puso la denuncia, si la persona en mayor medida afectada no lo considera grave. ¿Acaso es que simplemente se pretendía llamar la atención y ganar audiencia? ¿O es que ella prefiere olvidar lo ocurrido y no darlo mayor importancia? Pero de ser así, ¿qué le animó entonces a su regreso?

Es verdad que son los concursantes quienes forjan los acontecimientos y crean historias, pero no es menos cierto que lo hacen condicionados por las circunstancias (el premio, la fama…).  ¿Hasta qué punto se han de permitir conductas inapropiadas que afecten y creen problemas entre los protagonistas? ¿Es lícito crear espectáculo con este tipo de comportamientos? ¿Deberían recordar en la productora a tantas mujeres que no pueden —o no saben— reaccionar ante las agresiones de sus parejas? ¿Cuál es el límite?

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