Se acumulan y aumentan los días de confinamiento en casa, el aburrimiento, el desorden moral, la procrastinación. Si el puesto de trabajo que ocupas te permite desempeñarlo desde tu hogar, es un lujo cubrir esas horas del día con una obligación; si, por el contrario, te ha pillado la cuarentena sin empleo o lo has perdido a causa de la pandemia, sentirás que el mundo se te cae encima. No sabemos lo que nos queda sin poder salir, sin ver a los nuestros, sin esa cañita a media tarde en el bar de la esquina; pero no podemos dejar que el agobio se apodere de nosotros. El #YoMeQuedoEnCasa es fácil de decir, pero no tanto hacerlo con esta incertidumbre. Por eso dejo aquí algunas notas para hacer estos días más llevaderos. Deja de sentirte encerrado y empieza a sentir que tienes una oportunidad para quererte más.
Lo primero que debemos hacer es fijarnos un horario como rutina, ni acostarnos a las mil ni levantarnos a la hora de comer. Administrémonos las horas para poder hacer cosas diferentes. Date una ducha y cuelga el pijama. No hace falta que te arregles como si fueses a ir a una fiesta, pero el mero hecho de cambiarte de ropa te animará y te ayudará a sentirte más productivo. Péinate, hidrátate el cuerpo; debes verte bien.
Aprovecha para ir adelantando la operación bikini. Hay miles de ejercicios que puedes hacer en casa y cada vez más gente publica en las redes sociales sus rutinas. Si esto no va contigo, tienes otras opciones como clases virtuales de zumba o aprenderte esa coreografía que veías imposible. Márcate retos.
Refresca los consejos de Marie Kondo y dale un buen repaso a la casa para dejarla como los chorros del oro. Aprovecha para hacer un cambio de armario porque, cuando salgamos de esta, el sol brillará más que nunca.
Saca tu lado más creativo. Continúa pintando como solías hacer antes, rescata el instrumento y trata de hacer música de nuevo (eso sí, respeta a tus vecinos, que no tienen opción de huir). Prueba con las manualidades de decoración o relájate con la papiroflexia. Escribe un cuento, un poema, la novela que dejaste a medias. Por escribir, puedes escribir hasta un diario. No es cosa de niños. De esta forma podrás mostrar en unos años a quien no vivió esta pandemia todo lo que está sucediendo y cómo fuiste capaz de no hundirte en tu propia casa.
Rescata el inglés, prueba con el alemán, inténtalo con el francés, dale una oportunidad al italiano. Hay muchos cursos online, nunca dejes de aprender. Saca los cacharros de la cocina y reinvéntate. Deja los macarrones con tomate para cuando no tengas tiempo y prueba con nuevas recetas.
Si tienes pequeños torbellinos a tu cargo que se aburren y pelean por bajar a ese parque que ven desde la ventana, saca al niño que llevas dentro. Desempolva los juegos de mesa, trata de hacerles trucos de magia, crea nuevas actividades o enséñale cómo te divertías cuando tenías su edad. Dibuja con él, aprende canciones infantiles que conoce mejor que tú, adapta todas las actividades anteriores a su edad y pasad tiempo juntos. Lo tenéis, y lo necesitáis.
No te olvides tampoco de tus familiares y amigos. Llámales, abre el Skype. Todo el mundo puede sacar ahora un ratito para charlar y todo el mundo agradece una voz conocida.
Y a las ocho de la tarde, deja que vibre tu corazón. Sal a la ventana. Aplaude. Sonríe y llora de emoción. Agradece a todos aquellos que, desde fuera de sus casas, hacen todo lo posible para que tú y los tuyos estéis bien. Canta con tus vecinos, con esos que ni siquiera sabes cómo se llaman pero que están ahí, contigo.
Esta situación de confinamiento puede llegar a ser frustrante, pero no va a durar para siempre. Aprovecha para echar de menos a quienes no están junto a ti y pensar en los abrazos y besos que repartirás cuando esto acabe.
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