Recientemente
acudí a un laboratorio de periodismo de la Asociación de la Prensa de Madrid
sobre La inserción laboral de los periodistas recién titulados. Sabiendo
como está actualmente el mundo del periodismo, reconozco que estaba expectante
y con ganas de que los ponentes nos subiesen el ánimo a quienes acudimos, obviamente
la mayoría jóvenes. Tras dos horas de tertulia, salimos bastante desconcertados
y con más dudas que consejos encima.
Parece ser que hoy en día un periodista recién titulado debe continuar haciendo prácticas, optando a supuestas becas que ocultan trabajo precario tras una careta de formación con una recompensa económica que no permite ni pagar el alquiler de una vivienda. Las mismas prácticas a las que los estudiantes podíamos optar durante la carrera. De hecho, uno de los grandes consejos que alguien ya profesional se atrevió a ofrecer fue retrasar un año más la presentación del Trabajo Final de Grado para así poder seguir optando a más prácticas. Es decir, dar más oportunidades a quien "tarda" un año más en terminar la carrera universitaria que a quien la acaba a su debido tiempo.
Según
se expuso, en 2017 salieron al mercado laboral más de 6.200 nuevos titulados en
periodismo y comunicación audiovisual. Se nos habló de nuevas oportunidades: a los
periodistas de ahora se nos supone preparados para ocupar puestos de comunity
manager, por ejemplo, o
para redactar notas en gabinetes de prensa. Excluyendo los términos "prácticas",
"beca" o "convenio con la universidad", la mayor parte de
las ofertas para periodistas que podemos encontrar en Internet son para trabajos
así. Yo, personalmente, no he estudiado periodismo para dedicarme a eso. Quizá
los de publicidad, los de comercio o los de marketing sí, no lo sé; pero para
ellos aparecen esas mismas ofertas. Cada vez somos menos los que nos atrevemos
a hablar de intrusismo en la profesión, somos menos los valientes, quizás porque
cada vez somos menos los periodistas-periodistas. Recordemos la cantidad: 6.200.
Con tantos titulados, ¿no es una traba que quien no se ha formado para ejercer
el periodismo se dedique a ello? ¿Puede un carnicero trabajar como médico? ¿Y
un frutero ejercer de abogado?
Nos
engañamos repitiéndonos una y otra vez que los tiempos han cambiado, pero en el
periodismo se sigue impulsando la figura del meritorio, que creíamos obsoleta.
Los afortunados becarios que cuentan con más de tres meses de prácticas en una
empresa, auténticos afortunados, luchan por un difícil objetivo. Sin
vacaciones, con horas extras o haciendo tareas que se salen de su área o
quehaceres, pero todo con una sonrisa en el rostro y con la esperanza de poder
conseguir más pronto que tarde un contrato.
“El
mercado ha cambiado”, nos dicen, e insisten en que hay que emprender. Como si
los jóvenes pudiésemos dar un gran paso como ese con los ahorros de nuestras
prácticas. Si no nos atrevemos o económicamente no podemos hacerlo, nos dicen
que sigamos formándonos, que "con un poco se suerte" todo llega.
Llevo a cuestas un doble grado de periodismo y comunicación audiovisual y un
máster en reporterismo e investigación para televisión; he tenido la fortuna de
tocar varios palos en el mundo de la comunicación (a base de prácticas, claro)
como la televisión, la radio, la fotografía, la prensa online y el marketing
digital. No conformándome aún con esa formación, he asistido a diversos cursos
y talleres de inglés, de fotografía, de analítica web, de verificación de datos
y de investigación, entre otros muchos. Y aún sigo esperando que esa
"suerte" llame a mi puerta. Sin tirar la toalla, como otros muchos
jóvenes periodistas, la precariedad me ha llevado a aceptar trabajos fuera del
área de la comunicación para conseguir algún ahorro y seguir formándome en
aquello a lo que siempre me he querido dedicar. Hay quien advierte que hoy
en día lo que hace falta son ganas de trabajar, pero lo que de verdad se necesita son ganas de pagar.
Por
otra parte, la inseguridad y ambigüedad que se respira en el periodismo hace
que algunos profesionales recomienden la especialización. Y personalmente me
planteo si eso abre realmente las puertas o, por el contrario, es una apuesta demasiado
arriesgada. Si las oportunidades son escasas, ¿no reduce la especialización aún
más las oportunidades laborales de tan valiente joven?
Con ilusión y ganas, con
mi formación y la experiencia que
tantas horas de prácticas me han otorgado, me siento preparada para entrar en
el mundo laboral, cumplir mis sueños y dedicarme a ejercer el periodismo, a hacer
un buen periodismo. Si las empresas no nos abren sus puertas tanto ellas como los
lectores, los oyentes y los espectadores se quedarán sin conocer a una buena y
preparada generación de periodistas que puede impulsar ese cambio que los
medios actuales necesitan.
Mamá,
quiero ser periodista… pero no me dejan.
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