viernes, 14 de junio de 2019

Mamá, quiero ser periodista pero no me dejan


Recientemente acudí a un laboratorio de periodismo de la Asociación de la Prensa de Madrid sobre La inserción laboral de los periodistas recién titulados. Sabiendo como está actualmente el mundo del periodismo, reconozco que estaba expectante y con ganas de que los ponentes nos subiesen el ánimo a quienes acudimos, obviamente la mayoría jóvenes. Tras dos horas de tertulia, salimos bastante desconcertados y con más dudas que consejos encima.

Parece ser que hoy en día un periodista recién titulado debe continuar haciendo prácticas, optando a supuestas becas que ocultan trabajo precario tras una careta de formación con una recompensa económica que no permite ni pagar el alquiler de una vivienda. Las mismas prácticas a las que los estudiantes podíamos optar durante la carrera. De hecho, uno de los grandes consejos que alguien ya profesional se atrevió a ofrecer fue retrasar un año más la presentación del Trabajo Final de Grado para así poder seguir optando a más prácticas. Es decir, dar más oportunidades a quien "tarda" un año más en terminar la carrera universitaria que a quien la acaba a su debido tiempo.

Según se expuso, en 2017 salieron al mercado laboral más de 6.200 nuevos titulados en periodismo y comunicación audiovisual. Se nos habló de nuevas oportunidades: a los periodistas de ahora se nos supone preparados para ocupar puestos de comunity manager, por ejemplo, o para redactar notas en gabinetes de prensa. Excluyendo los términos "prácticas", "beca" o "convenio con la universidad", la mayor parte de las ofertas para periodistas que podemos encontrar en Internet son para trabajos así. Yo, personalmente, no he estudiado periodismo para dedicarme a eso. Quizá los de publicidad, los de comercio o los de marketing sí, no lo sé; pero para ellos aparecen esas mismas ofertas. Cada vez somos menos los que nos atrevemos a hablar de intrusismo en la profesión, somos menos los valientes, quizás porque cada vez somos menos los periodistas-periodistas. Recordemos la cantidad: 6.200. Con tantos titulados, ¿no es una traba que quien no se ha formado para ejercer el periodismo se dedique a ello? ¿Puede un carnicero trabajar como médico? ¿Y un frutero ejercer de abogado?

Nos engañamos repitiéndonos una y otra vez que los tiempos han cambiado, pero en el periodismo se sigue impulsando la figura del meritorio, que creíamos obsoleta. Los afortunados becarios que cuentan con más de tres meses de prácticas en una empresa, auténticos afortunados, luchan por un difícil objetivo. Sin vacaciones, con horas extras o haciendo tareas que se salen de su área o quehaceres, pero todo con una sonrisa en el rostro y con la esperanza de poder conseguir más pronto que tarde un contrato.


“El mercado ha cambiado”, nos dicen, e insisten en que hay que emprender. Como si los jóvenes pudiésemos dar un gran paso como ese con los ahorros de nuestras prácticas. Si no nos atrevemos o económicamente no podemos hacerlo, nos dicen que sigamos formándonos, que "con un poco se suerte" todo llega. Llevo a cuestas un doble grado de periodismo y comunicación audiovisual y un máster en reporterismo e investigación para televisión; he tenido la fortuna de tocar varios palos en el mundo de la comunicación (a base de prácticas, claro) como la televisión, la radio, la fotografía, la prensa online y el marketing digital. No conformándome aún con esa formación, he asistido a diversos cursos y talleres de inglés, de fotografía, de analítica web, de verificación de datos y de investigación, entre otros muchos. Y aún sigo esperando que esa "suerte" llame a mi puerta. Sin tirar la toalla, como otros muchos jóvenes periodistas, la precariedad me ha llevado a aceptar trabajos fuera del área de la comunicación para conseguir algún ahorro y seguir formándome en aquello a lo que siempre me he querido dedicar. Hay quien advierte que hoy en día lo que hace falta son ganas de trabajar, pero lo que de verdad se necesita son ganas de pagar.

Por otra parte, la inseguridad y ambigüedad que se respira en el periodismo hace que algunos profesionales recomienden la especialización. Y personalmente me planteo si eso abre realmente las puertas o, por el contrario, es una apuesta demasiado arriesgada. Si las oportunidades son escasas, ¿no reduce la especialización aún más las oportunidades laborales de tan valiente joven?

Con ilusión y ganas, con mi formación y la experiencia que tantas horas de prácticas me han otorgado, me siento preparada para entrar en el mundo laboral, cumplir mis sueños y dedicarme a ejercer el periodismo, a hacer un buen periodismo. Si las empresas no nos abren sus puertas tanto ellas como los lectores, los oyentes y los espectadores se quedarán sin conocer a una buena y preparada generación de periodistas que puede impulsar ese cambio que los medios actuales necesitan.

Mamá, quiero ser periodista… pero no me dejan.

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